Yo tenía esto:
Con el culo quemado y masticando la lengua salimos al patio.
Una bocanada de aire, como si quisieras comerte el mundo, como tener 17 años- como si vivieras en una cárcel con este hombre. ("Qué esperabas del matrimonio.")
Nos reflejamos en el espejo, una cara tras otra, la mueca que mantiene el control de los cuerpos. El temblor de las piernas, subimos las escaleras en fila india, me cede el paso.
El sudor resbala por las largas piernas de la mujer hasta el terrado del patio. Se resbalan los pies en las zapatillas de tenis. Se caerá escaleras abajo y perderé el control de los labios y me reiré de él.
Apaga el cigarro nada más llegar…
Yo tenía esto
* * *
Estos párrafos pertenecían a algún relato erótico, o rosa, algo, una gesta amorosa, algo así, pero ocurrió algo en octubre, algo. El maldito contexto de la maldita guerra. Historias de terror, como las que contaba mi abuela en nuestra guerra civil... todo.
El velo ahora es negro, y no lo puedo quitar, no se me va de la cabeza, y debería ser fuerte, ecuánime, filosófica. Pero tengo amigos, tengo conocidos, y las palabras de mi abuela me retumban en el cerebro. Todo se ha deshecho, desconectado y la papilla putrefacta que es mi alma se desmaya, de pura anemia, sin cuerpos coroideos, sin ganas de nada...
Tengo amigos, tengo conocidos, y Nico cantando I´ll be your mirror, y Battiato siempre, per sempre, imágenes de gatitos haciendo putadas, pero adorables, y mis murciélagos bebés.
El contexto lo ha cambiado todo.
La historia se repite, ¡porque te niegas a conocerla!
-Versión 2.
Con el culo quemado y masticando la lengua, salimos al patio.
Una bocanada de aire, como si quisieras comerte el mundo, como tener 17 años- como si vivieras en una cárcel con este hombre. ("Qué esperabas de la guerra.")
Nos reflejamos en el espejo, una cara tras otra, la mueca que mantiene el control de los cuerpos.
El temblor de las piernas, subimos las escaleras en fila india.
Me cede el paso.
El sudor resbala por las largas piernas de la mujer hasta el terrado del patio. Se resbalan los pies ensangrentados.
Se caerá escaleras abajo y perderé el control de los labios y me reiré de él.
Apaga el cigarro nada más llegar. Escupe a este lado de la estancia. Junto a mi cara.
Lo haré. Reírme de él porque la risa espanta al mal, lo aturde, lo enerva, le saca de quicio. Mi odio es tal que me meo encima. Salen borbotones de sangre.
Me tiemblan tanto las piernas que no puedo tragar bien, me ahogo con mi propia boca seca, nunca he tenido tanta sed, tanta locura dentro de mi alma, mi alma, mi alma, mi alma, dónde está mi alma, papá, por Dios, papá, ven a buscarme, papapapapá.
La mujer del terrado, ahora es una plancha de metal negro, un horno, una estampa en mi cabeza, aturdida por los golpes.
La música.
Había música.
Había pelo limpio ondulado feliz al viento de finales de verano.
Había un papá que traía muñecas recortables a sus niñas.
Había una vez una muñeca Barbie y unos vestidos
Y unas uñas de gel
A quien maquillar,
La muñeca,
Papá.
Dónde estás,
no deberías haberme dejado venir a esta discoteca,
no debería haber nacido.
Se cierra la puerta,
Se cierra la puerta.
Podría empujar a la mujer por las escaleras.
Las escaleras del patio de atrás que conducen a una terraza, abajo y luego arriba, o caímos del cielo, esto es negro,
Papá.
Hace calor.
Hace calor.
Arde la piel.
* * *
* * *
Tal vez mejoren las cosas durmiendo, nutriendo mi piel con sol de la mañana, con letras de genios, lo que Cervantes tendría que decir, si no me asustara su manera de hablar. Casanova escapando de la cárcel... lo que sea, vitaminas, sol y descanso.
Me rindo.
Que nadie te arrebate la fuerza interior, ese hombre en busca de sentido.
I can’t read this but I love your spirit