Miriam. El marido de tu mujer y otros lapsus.
(When you were Sabina Spielrein)
“People don´t notice wether it´s winter or summer when therey´re happy” ANTON CHEKHOV
Los tarados trabajan sentados en una silla, sólo tienes que estirar el brazo para evitar que crucen la línea.
Aquí se pasan el día chupándose el dedo, escocido de tanto hacer scroll en en el móvil. Y una cosa lleva a la otra.
Escribo a mala hostia, arrastrando esta adicción pegajosa derivada de una mala praxis.
Como los adictos a los opiáceos recetados para el dolor en las enfermedades degenerativas, si no tienes arreglo no te librarás de mí.
Mi novia era una poeta escribiendo informes.
-Nos vamos a forrar. Escribe, escribe.- Decía.
Y también:
-Eres un diamante en bruto. Si yo tuviera tu talento ¡iba a estar yo aquí aguantando a éstas!
Y así es como la “Desecesión” ocurrió en el Trabajo.
Me enamoré de mi jefa. Que fue mi mentora, mi hipnotizadora, mi entrenadora y mi negrera.
La amaba porque odiábamos lo mismo. Éramos diplomáticas, hipócritas, con nuestras dentaduras perfectas.
Una vez tuvo un lapsus.
En realidad fue un lapsus que duró todo el invierno. Me cambió el nombre, su discurso se tropezaba, actuaba como si no me conociera.
-¡Pregunta al marido de tu mujer!- dijo.
Miraba al techo, a la izquierda, a la derecha, y yo seguía sus pupilas; si miras a la derecha mientes, y a la izquierda imaginas, recuerdas o inventas.
Mirar sus ojos verdes me distraía de las normas de la oficina. ¿Qué le ocurría?
-¡Vaya imagen!… Se mire por donde se mire no tiene sentido. ¡Y es cosa mía! …
-Estás cansada.
-No es eso… déjame unos días para reflexionar. Te mandaré un PDF si acaso.
Fue ese invierno cuando empecé a despreciarla.
Abandoné los vaqueros, las medias de rejilla violeta, el abrigo de color verde vejiga tan grande que me ocultaba de la vista de todos. Hasta en la iglesia los domingos por la mañana, cuando estaba tan desesperada que la única opción era rezar, hasta en el confesionario me ocultaba dentro de mi abrigo polar.
Pensaban que estaba embarazada, yo era enorme, sudaba como una perra.
No comía porque me temblaban tanto las manos que no me sentaba con ellos en la mesa, tiraba la sopa, el café, no podía sostener el tenedor ni encender un cigarro.
Incluso sola en el baño sacaba las galletas integrales y el temblor las destrozaba. Me llenaba de migas el abrigo, de café, pasta de dientes.
Me desmayaba en la calle. Llovía y había frío y yo no paraba de temblar y sudar.
El diagnóstico fue: “Ataque de pánico en bucle.”
Ahhh, el mundo oculto en estas mentes.
El milagro de las enfermedades incurables que se curan.
Cómo hablar para que no se te entienda.
Cursos de escritura abstracta, aka Mindfulness, el sol lo cura todo, si lo deseas con todas tus fuerzas lo consigues. Mira tu escala de inteligencia, ¿ves como puedes?
No tengo nada contra el nepotismo, carpe diem, mindfulness, les sacamos a pasear, recibo un sueldo, el tipo de trabajo según del coeficiente intelectual.
Especialmente si tu novio es el jefe, dicen las malas lenguas, la tripa de embarazada tatuada con henna, la alegría de vivir. También puedes aprender a tocar el violín por las salas de enfermos terminales, para dar la lata.
Pero es un sueldo, y luego nos vamos de vacaciones.
Todo se compra y todo se vende.
Por estas razones soy necesaria para sujetar la puerta con el pie.
Y además redacto informes para Miriam.
El nepotismo es: expaciente, curso de mindfulness, el arte es terapia, (que se lo digan a Picasso).
Miriam sigue abriendo la boca para soltar sus filosofías, éste es su negocio. Todos sonreímos.
¡Qué hago aquí! Esperando la redención de Sabina, después de Jung, del informe, la dieta seguida para la curación total.
Es lo mejor que he leído en mucho tiempo. En serio. Estoy impresionado.
Oh my. So good