No estoy de humor, he perdido el tiempo todo el día, me han castigado en la biblioteca. No me han dejado leer a Javier Marías, ni El nombre de la rosa y una novela de Antonio Gala.
Hablaban francés. —
La mujer holandesa.
Llovía y los mendigos dormían en el rincón de las revistas. Los jubilados, los ancianos y las marujas salían del taller de coaches jóvenes inexpertas.
Las hormonas me están volviendo loca.
Soy el calor absoluto. Violento como el vodka, igual de soez, como Ikea y todo lo cutre que no ama el dinero.
Hacemos gimnasia.
Báscula para pesar nuestros bracitos, digo, nuestra harina para hacer tartas, Kaffeetreffen!
Mi sueño es robar tiempo esta tarde, huir con tu libro, descalza en la hierba, gritar bajo el tejo, tirarme a leer, los libros de la cuesta Moyano. Tu libro, de vieja gloria.
Leer sus secretos. Algo quedará, lo exprimiré, algo que dejaste fuera de tu arte. Algún cotilleo, por absurdo, banal, amarillista, sucio, pervertido, metaliterario, mundo paralelo, arte fuera de serie, fuera de la carretera, algo que tiraste a la basura, un boceto, un esputo. Algo que has deshecho… no me importa.
Lo voy a leer esta tarde, este libro negro, lo voy a leer en la hierba.
Lo que me excita saber que estás leyendo mis textos a escondidas, my love. My. Love.
This woman es alta, holandesa, escritora compulsiva.
Cuál es la mejor hora para enviarte palabras que se te atraganten a las 7, sí, a las 7:10, estarás desayunando. Tu pantalón vaquero, la mochila negra en la puerta, la capucha.
Te empapa la capucha. La barba llena de agua.
I´m selling myself!
Picture me holandesa, ojos negros, mujer blanca soltera busca a compulsive reader. Escribir espalda contra espalda, en la playa.
Sólo tenemos que ir en coche por la carretera recta, atravesar la calima, el paisaje marciano, los cortijos con sus sectas, los hijos de superperra, tanto dinero y dinero.
La holandesa que no desprecia el dinero.
He montado mi propia casa de Ikea, la degeneración de la Bauhaus, fácil, lista y fácil, la mujer rubia, alta, busca casa en la playa.
Escribimos, mi amor, en la puesta de sol. Que no es tal, es la calima.
E-reader.
La vieja gloria posa sus ojos en mis cartas.
Si supiera cuánto amo.
El dinero es sagrado.
Este lápiz con el que él me tortura.
Por las mañanas dibujo mi cara… Dime una hora, a la hora que des el primer sorbo, a esa hora no estoy pensando en ti.
El lápiz borroso de tanto manoseo, sigue, sigue, aprende las dimensiones de la habitación. La cabeza de la modelo, siete cabezas, es alta. La belleza se mide en cabezas, como ganado. Tetitas, coxis, la nalga, del ombligo al suelo y de madres e hijas.
Estuche para el compás, la plomada, los carboncillos, te sudan las manos, aprovéchalo para sacar luces en el dibujo.
Pero qué asco, es inútil sudar, coge una tela blanca.
18 años.
Subo el caballete hasta el segundo piso, sin comer, me merezco la vida. Lo he peleado. Te lo escribo…. La vieja gloria soy yo. C´ est moi.
Lulu.
De nuevo, máximo nivel.