Hoy he bajado con la impostora al metro
(Síndrome del impostor. Parte 987654567. Con mi madre.)
Hoy he bajado con la impostora al metro.
Trabajo cualquier día, a cualquier hora.
Me compré ropa de primavera, con un frío gélido por las noches. Un corpiño era, un top de flores. Animada, on fire, preparada para todo, en primavera hay que renacer. Buenismo, victimismo… los posts, poses, psicologías.
No tengo edad para bajar al metro.
Hoy me he llevado a la impostora al huerto.
.
Escribiendo mi diario, mi carta a la impostora, que no tengo edad para estas cosas.
.
Lo último que hice hoy fue mandar un vídeo a mi hermana (la impostora acabó rayándolo con el alfiler que aprieta el corpiño floreado).
—Esto es copywriting, la descripción del perfume. Hierbas maceradas, sultry apricot that looms all day any time restacking the news, seduced by chocolate and warmed berries by the cemetary walls. Vintage juice.
—Esto es copywriting, clases de literatura, títulos en hojas din a 3, letras al óleo. Dibujando con un pincel mojado en óleo azul Prusia.
“Azul Prusia” es copywrite.
Las descripciones de la humedad en el ambiente. 13 grados. Mayo. Lluvia a 13 grados.
Documental sobre la mente del artista.
Hasta veremos la disección de su cadáver, los recovecos de la impostora. Su olor a melocotón macerado en vino de Rioja. ¡Ése es su olor! Lo reconocería hasta muerta.
Entro en el metro y no necesito empujar mucho, la gente se aparta por pura pasión, la inercia de los auriculares. Me pongo las gafas de sol.
Amo el metro, es una película nouvelle vague, que viene y que va.
En Méndez Álvaro se despeja, me siento y cruzo las piernas.
Todo está muy bien pensado.
Mi cabeza lo tiene todo muy bien pensado, me dijo que leyera libros de psicología, para entender el cerebro, por qué nos pasan estas cosas. Los bucles de ansiedad, pensamientos obsesivos, nena, si vienes de bellas artes uy uy uy… la cabeza tan sensible.
A la mierda, estoy bien. Hoy brillo, me quema los ojos el resplandor de los anillos de hojalata de la gente, las mechas california y la baba que se cae, la moquilla de este tío agarrado a la barra. Me tose encima.
Cruzo las piernas en vaqueros. La música en mi cabeza es el impostor cantando una canción de Nick Cave, la misma hoy, me llama impostora, los genios son altos y delgados como mi padre.
Entiende las cabezas de la gente.
¿Qué quieren de ti?
Sin maquillaje, toda pálida, egocéntrica a más no poder.
El mundo vuelve del trabajo. Hacia el mundo.
Pero tú vas a otro mundo, los creativos deben entender de qué va esto. ¡La gente ni te mira! Todo el mundo mirando el móvil, y una novelita impresa en papel de mierda reciclado, que parece sacado del toilet, joder. Gris.
Me sangran las encías, la luz blanca me quema los ojos. “Las Rías Baixas… Hmmm.. lo importante es la compañía…”
Anuncios en el altavoz de un móvil, no se ha puesto los auriculares.
“Yo no quiero estar con alguien que no valga la pena… así que beba cola x”
Eau de metro.
Voy a buscar a mi madre y hoy le apetece una tournée por el metro, que le recuerda a su juventud. A esta hora, justo después de que los trabajadores y estudiantes se han sentado en el tren de vuelta a casa. Los del turno de tarde ya están fumando en la puerta.
Harta de taxis.
“Me gusta ver la animación de la gente. En el taxi no te enteras de nada.”
Por lo menos ahora no hay empujones.
Dónde va esta gente.
Las afueras.
Un café en la estación.
Bajar al infierno. El mercado le recuerda a su madre. Le emociona el olor a tripas de pescado.
Un escritor se nutre de la infancia, luego vuelve a casa, corriendo, se prepara su café.
Rodilla vaquera, botas de pescador como los cuadros de Susan Rothenberg.
Los monos se cuelgan en la barra.
La estación de Príncipe Pío la recordaba más grande. Están los puestecillos cerrados, o estarán meando detrás.
“No lo entiendo, si es la hora de comer.”
La hora de comer se alarga.
Mi madre tuerce el gesto, se cansa.
Decepción de metro, gente fea, le sirven el café con malos modos.
Perdón, quiero sacarina. No, azúcar.
Señora, azúcar o sacarina.
Malos modos.
“Por una cosa que tiene que hacer, y la hace mal.”
No valemos pa na.
Nunca he vivido tan bien como ahora.
Pero si sólo ves la tele en la sala común del manicomio.
Es que no soportaba a mi padre. Todo me parece bueno ahora.
Apunto la idea para una serie de asesinatttttdigo cuentos, podcast, libro de cuentos, los capítulos de una novela decimonónica, tipo cumbres borrascosas, el aislamiento ya lo tengo, y el odio, sólo queda ponerle música. Si la canción de Nick Cave saliera de mi cabeza… cada día tengo una obsesión.
Alargo la obsesión una semana, y a la semana soy otra.
Haz una lista, dice mi madre. Te organizas la casa mejor en una lista.
Lista con el nombre de mi alter ego.
Love this so much