El pintor bocazas
(Jonathan Yeo y las love letters de Charles)
Las compuertas se abren y sale la sangre a borbotones. Suenan las primeras notas de Bach al órgano. Aparece un vampiro. O el fantasma de la ópera. O la sangre en cascada en el pasillo del hotel de “El resplandor” de Kubrick.
Rienda suelta a tu cabeza, pues eres libre aquí. En ningún sitio eres más libre que en tu estudio, tus blancas paredes, tus lienzos por preparar, tus cuadernos, escuchando tus discos de Tori Amos. Paz, por Dios, un refugio.
Y todos estos pigmentos de rojo, mil tonos de rojo. Pero hazlo bien. Rojo escarlata, rojo sonrojo, rojo pimienta, carmesí, rojo rumano, el pariente de Vlad Tepes, la condesa sangrienta. El texto de terror de Valentine Penrose, desde el punto de vista surrealista. Y poético. Qué hay de la pintura. Qué pintura queda. Pero hazlo bien. El oficio.
Este cuadro tiene prisa, se le agota el tiempo y ha resuelto en el último minuto el fondo con veladuras rojas, cubriendo la chaqueta del uniforme de la Guardia Galesa, de la que el monarca fue nombrado coronel en 1975. Licencias artísticas que se toman los pintores a pesar de tratarse de un retrato oficial, histórico. Trayectoria de Jonathan Yeo y experimentación con el color y la expresividad de los artistas británicos, expresionismo. Con un toque de Susan Rothenberg, sus pinceladas construyendo el fondo, delimitando la figura, como a través de la niebla, o el agua, ambiente espeso, viscoso, pero tan plástico, ese gesto por el que matábamos los estudiantes de pintura.
Sangre a borbotones, coágulos desiguales, conducta errática, como el talento, que a veces falta, y el paisaje es sangre reseca.
Es lo peor de escribir cartas de amor, que todo el mundo acaba enterándose.
Es el lapsus del cuadro. Lo primero que pensé, se ha inspirado en esas cartas de amor. ¡La gente siempre quiere saber!
Tus gestos, tus emociones más íntimas.
Al menos lo que dejaste ver, saborear, a tu amante.
Al menos, la forma en que querías manipularla. Al menos, muestra la técnica, tus conocimientos , el oficio, el movimiento de tus manos, en el cuadro, para que adore o deteste tu intelecto, pues el cerebro es la parte más sucia.
Y el rojo es un color cálido.
El rojo es un color difícil. Es la luz del laboratorio de fotografía. Tan difícil como el negro, negro marfil y el letal negro humo. Los tonos prohibidos para un pintor, si es que quieres ser buen pintor.
Estudia las técnicas. Haz una foto en blanco y negro y comprueba los tonos de gris, si todo es lo mismo, no has trabajado nada el color, ni siquiera lo entiendes, los complementarios y las infinitas mezclas de terciarios, su interacción para resaltar… el rojo, si quieres.
No hay nada de eso aquí. La foto es una papilla gris uniforme. En el mejor de los casos puede ser una ilustración para asustar a los niños, la cara emerge del fondo… si fuera un buen dibujante.
“Ser artista es estar dotado con una capacidad intuitiva y emotiva, ser potencialmente artista. Con este potencial las personas pueden ser poetas, músicos o pueden no hacer nada, simplemente ser personas con muchísima capacidad emotiva y sensorial. Sin embargo, en la obra plástica es necesario saber manejar los medios materiales, y entonces la intuición fluye como emoción a través de las formas.”
José María González Cuasante.
Cuasante es un pintor hiperrealista fotográfico que trabaja los rojos. Se rompía los cuernos mezclando y contraponiéndolos con los verdes, y los grises, fríos y cálidos, la armonía, el dibujo, el peso, la composición… ¿qué hay de la técnica en el retrato de Charles the third?
O los expresionistas británicos como Jenny Saville o Cecily Brown.
Una tostada untada con mermelada de fresa, bulimia. Love letters.
Las cartas de amor de James Joyce a Nora Barnacle. Todas sus escatologías, el ligero sabor a orina del pastel de riñones, la tostada del té en la fiesta de no-cumpleaños de Alice y Charles the third.
La casaca roja tiñe el fondo. Pinceladas por planos, como Cezanne. Y hay una mariposa dibujada con cuidado, la metamorfosis.
Se me cae el alma a los pies.
Oigo a mi profesor de pintura, el de los rojos hiperrealistas: ¡Todo mal! Vuelve a empezar. Vete a primero, a que te enseñen teoría del color. Al menos, aprende a pintar por números, si es que no puede ser, hay gente que no vale para esto. Vete a empresariales.
El punto de partida también es Lucian Freud, una especie de era post Schiele, post portada de Vogue, super chic. La cara realista. Y las manos. Como el Greco, esos cuadros barrocos monocromáticos casi, todo negro (en realidad los negros son sienas tostadas y verdes y grises infinitos) desde donde destacar la cara y las manos, lo más expresivo, una opción tan válida como cualquier otra, como considerar el vestido también como lo que representa mejor a una persona, su postura en el trono donde se chulea Godoy.
Pero en realidad: ¿qué quieres representar?
Fíjate en la cara. O las manos. ¿Está ahí lo más importante, donde nos lleva de la mano, con ese color rojo? Pues no. Siempre acabo en esta sangría. ¿Está ahí lo que nos quiere decir entonces? ¿En el fondo?
A las cartas de amor. A la historia. ¿La historia de Inglaterra?
Pues la casaca roja se emborrona en el líquido amniótico. Veladuras que podrían ser interesantes, y por eso quiero hacerlas interesantes.
Que lo repita, que empiece a estudiar los contrarios, los colores complementarios, grises. Lo cálido que podría resultar. Y lo frío. Lo que quisiera.
Pinceladas a manotazos, qué hombre más apasionado. Eso también expresa algo. ¿Es eso? Pinceles finos, o espátula. Nos está comunicando su viaje por la historia del arte. Experimentación como en los retratos de modelos y actores famosos.
No es un retrato sensual. El gesto que podría tener…
Sin embargo, yo sólo veo el miedo del pintor, la inseguridad de los estudiantes. El miedo a hacerlo mal, o a que no se parezca al modelo, … no acabar a tiempo. No hay que dar más vueltas.
Doy vueltas porque queremos repintarlo.
Como el retrato de Godoy de Francisco de Goya, cómo decir lo que pensamos del personaje, y que éste no se dé cuenta, tan absorto se halla admirando su propia figura.
La inteligencia del artista para manejar sus herramientas. Y qué significa el color rojo en la historia del arte.
El Greco pintó a Jesucristo con una túnica roja abriendo el espacio en el Expolio. El color rojo le da vida, funciona tan bien, como rock´n’ roll, mejor que el blanco. Los colores verdes, limón, rojos, azules del greco, blancos y negros.
Pero aquí no va bien. No sabe ni qué hace el color rojo. Podría ser azul y sería la misma respuesta, el rey Charles the third, flotando con mariposas en el cielo galés. Pss.
El azul es sagrado. El blanco es la pureza. El rojo es el mal. Y la pasión. No hay dorados, ni plateados de Velázquez. Ni el dibujo de Lucian Freud.
En realidad no hay nada.
Un retrato más o menos que busca el parecido realista fotográfico como Isabel II, casi como lo haría un Antonio López. Arruguitas alrededor de los ojos, la nariz, las manos con esos dedos hinchados. El parecido.
Otro retrato rojo y polémico fue el cristo de la semana santa en Sevilla de Salustiano García, un Cristo resucitado a modo de joven, delgado, modelo, guapo. Pero que tampoco parece haber muerto y resucitado, aunque es eso lo que había que pintar: la resurrección. Parece un anuncio de Calvin Klein, úntese esta crema after shave, algo así. Modelo, la influencia de la fotografía en la pintura.
Y el glamour de los modelos y las actrices de cine, las poses, más que inspirarse en la propia historia de la pintura. Y al mismo tiempo, el cine inspirándose en los cuadros barrocos, prerrafaelistas. Círculo completo.
El pintor trabaja con colores y con el dibujo. El mensaje estaba claro. Tal vez sólo se trata de mediocridad. Estudiamos mucho, no paramos de trabajas, y aun así, fallamos. No pasa nada. El siguiente proyecto será mejor, al menos más sabio.
Volvemos al museo del Prado para estudiar cómo pintaban los grandes artistas de retratos. Las técnicas. Goya y sus fondos naranjas, y cómo lo va cubriendo con apenas unos toques grises que se vuelven azules, y plateados, y el modelado de los rostros, las ropas.
El retratado habla a través de la mano del pintor, y en la cabeza del artista hay ciertas cosas, los cotilleos de la sociedad, las noticias políticas, sucesos y prensa rosa y amarilla, y el peso de la Historia encima, y los miedos y las paranoias subconscientes. La iconografía, y todas las lecturas de novelas, y Agatha Christie también. Ian Mc Ewan. Atonement. La historia y las intrigas, los malentendidos, y las amistades peligrosas, y las muertes, y el terror, y la responsabilidad, y el joven estudiante de arte con 18 años y este hombre aquí delante, preparado para pasar a la historia.
Los flashes de las cámaras.
Y el pont d´Alma. Y los flashes, y la prensa, y el protocolo… pintar a solas con tus propios demonios, y cargar con los ajenos, los prestados, los abandonados. Un trago y una melatonina y a dormir. Leer una novela para dormir, una con muchas descripciones, una novela rosa, como el amanecer en el pont d´Alma.
Oh shit.
Un rey recién estrenado, todos esos símbolos. Los documentales de la reina Isabel en la WW2. Los parientes rusos. Y Margaret Thatcher. Y las teorías políticas. El Brexit. Esta casaca roja. Los himnos militares y que estamos en 2024 comenzó a pintarlo en el 21.
¡Toda una hemorragia es esto!
Rompe agua la abeja reina y sale Atenea de la cabeza de Zeus. Un rey recién parido. Medusa de Sylvia Plath, una placenta, rompiendo el cordón umbilical con la madre.
Este rojo es casi un anuncio de tanto glamour que hay aquí, tanto periodista y toda la familia. Y lo que sobrelleva la familia y las enfermedades, pues el rojo también es una enfermedad, ha habido una herida y por ahí brota la sangre.
Mother Medusa, madre mía, unto más mermelada en esta tostada, si es que no puedo parar de sacar referencias para salvarlo, o salvarme a mí, por qué me gusta tanto.
Porque me hace pintar. Y querer ir al cine.
Madre mía, (mother placenta), lo que este cuadro provoca en mi cabeza.
¿Es provocar entonces, lo que quiere? ¿El sentido del cuadro óleo tanto x tanto de dimensiones? Con título y colgado en tal pared de tal residencia?
Residencia donde habito con mi familia y mis antepasados, como retrato de miembro de la familia que es. Como los cuadros de Goya, Carlos IV, con esas caras de mala leche que se permite. La verruga asquerosa en la cara y la mujer vuelta de espaldas, porque no me apetece pintarte, guapa. Me caes mal.
El retrato del Cristo modelo sensual. A pesar de o haber resucitado, es majo. Amable.
Este otro es muy torpe.
Pero haz más, otro, otro, otro, repítelo, vuelve a empezar, y desde otro ángulo. O ve otro tipo de películas, no veas las noticias. Y esa cosa ce la mariposa.
Anne Sexton: el desayuno es la comida más sexy del día.
Una tostada con mermelada de fresa arrojada con furia contra la pared después de descubrir una infidelidad.
Otros pintores de la familia de las pinceladas que hablan por sí mismas:
Francis Bacon. Cecily Brown. Jenny Saville.
Y la mirada asesina del Papa Inocencio X de Velázquez. La versión de Bacon. Y lo que debería haber hecho Jonathan Yeo y que reprimió y le salió de modo tembloroso en ese fondo. La psicología del personaje retratado, no sólo trazar la cuadrícula y encajar las facciones y procurar que tenga cierto parecido… todo lo que piensas sale de alguna manera.
Pintura expresiva. Sufriente, pero hiperrealista, al menos fotorrealista, cierto lío en las pinceladas, a la manera expresionista, pero un eco lejano, que viene de van Gogh, pero utilizando un solo color. Pereza, o minimalismo, como Andy Warhol, no hay mucho más: “Pinto cosas aburridas.”
Sólo que debería empezar de nuevo. Y leer a Seamus Heaney, y a Ted Hughes para inspirarse. Algo de ese glamour, sin horrores, algo de Eng-Land.
Este pintor, retratista cool de celebrities que salen en las revistas de Vogue, parte de una cuadrícula donde encaja la cara del modelo. Va trabajando en el parecido, la anchura de los pómulos, tantos milímetros, el color de los ojos, las pestañas. Y deja el cuadro inacabado, dando ese toque estético, plástico muy pictórico, casi como lo hacía Miguel Ángel con sus esculturas… y después los impresionistas, Rodin, los pasteles de Camille Claudel.
Su propuesta es el parecido que rescata de una foto de esas mismas revistas. O tal vez se le sientan delante. Jude Law, Toni Blair, Kristin Scott-Thomas, Helena Bonham-Carter. A lo sumo es una ilustración para la portada. Y está bien. Si no fuera porque se deja fuera todo lo que en pintura es básico. La base, el fondo. La simbología que debe manejar, la psicología del personaje que debe trascender más allá de todas estas anécdotas.
Y por Dios, ¡esa cuadrícula!
Mi profesor en primero nos daría con un palo. Vete a prescolar a pintar por números, ahí, en ese rincón donde no te vea.
Sin embargo, eligió el color rojo para presentarnos a este rey.
Y entonces salió todo el inconsciente (el propio y el colectivo, como un trapo rojo frente al toro).
El pintor bocazas.
Si hubiese trabajado la simbología de su personaje, su PINTURA, materia, forma, color, dibujo, técnica, composición, forma de la pincelada, movimiento de la mano y del brazo, paleta de colores, temperatura, influencias artísticas, mitología. Cada gesto del modelo, los objetos que maneja, como REY, debe incluir ciertos símbolos en el cuadro. Corona, espada, uniforme, ropajes, cetro, tocado, cruces, planetas, estrellas, insignias, condecoraciones, paisaje detrás, delante, debajo, como la bola del mundo en la mano, bajo el pie, o señalándola, acariciando el mundo, pellizcándolo, amándolo, odiándolo, repantigado en un trono como Godoy, o de pie, erguido con honor y orgullo, de pie ante nosotros o al fondo atisbando la escena como hizo Velázquez.
Lo único que ha dibujado es la espada, anodina en sus manos con dedos como morcillas, una mariposa dibujada con inseguridad, como el resto del lienzo, una metamorfosis. Y la casaca y ese fondo rojo inquietante, lo único que se ha escapado. Lo que me hace escribir, el primer retrato oficial de Carlos III como rey de Inglaterra y eliges el color rojo… Todas las ideas no dichas se le pasan por la cabeza, las historias y los chismes de este personaje, no hacía falta dibujar todas las escenas entonces. Freud lo llamaría acto fallido, un lapsus, se le escapó lo que en realidad quería decir sobre este modelo. Y no ha dicho nada, pero ahí está, salpicándote en los ojos, todo lo que tú mismo piensas.