Do you still smoke?
(Novela por entregas. Thank you girl, I´ll love you till the end of the world)
Me he dado cuenta de que la entrada de la biblioteca tiene baldosas blancas, o gris claro, que el recinto es más luminoso de lo que recordaba.
Este año escribo con un ordenador y unas plataformas online. Querido, un artículo no es, ni un ensayo, no sé dónde encajar estos textos, pues textos son. Le dije: “Si quieres te los paso”. Hacer fotocopias y llevárselas a L, y leer en las noches oscuras y solitarias, la noche de la carne, que es débil y se deben leer todos los libros. (Elizabeth Smart escribía así, todo eran referencias, y yo quiero ser simple, contar una historia, por una vez en mi vida, contar la historia de principio a fin, si existió una historia realmente, y aquí lo voy a averiguar).
En el último año en el museo me levantaba a las 5 de la mañana, encendía el ordenador y pasaba a limpio un poema, contestaba e-mails y anotaba algo en mi libreta. Recogía los papeles, folletos de las exposiciones con versos escritos a rotulador fino rojo y azul y verde. Los rotuladores que me dio VV, pues “siempre escribes con mierda”. Para que vea que te amo, te cuido en todas tus necesidades, te llevo al psiquiatra envuelta en mis brazos como un torniquete, escribes con mis tintas sobre las libretas que escogiste TU misma en los chinos, en ese tiempo valioso que preferiste tirar en el bazar en lugar de estar follando en casa.
¡Qué desagradable escritura! Anochece y he discutido todo el día y no he salido a la calle, me duelen los huesos y escribo con el DVD con cientos de canciones de Nick Cave y Elliot Smith y todo lo demás. Y yo era esa época. Poesía, inspiración y aspiración de humo y ataques de pánico, mentiras, chantajes y desesperación, manos muertas y los pasillos del museo como un convento, la cárcel de Casanova, historias de las que deben sacar provecho, o no; depende de ustedes, lectores, escenas ante las que sólo puedo admitir que……… historias de ciudadanos, historias de seres humanos, sus propios vecinos, acontecimientos que representan las virtudes y defectos de la naturaleza humana……………… No me concentro, la música me molesta, y la luz, y el sudor …….. Thank you girl, I´ll love you till the end of the world…
Pues con esta música me dormía y me despertaba. Recogía un rotulador, mi libreta en el bolsillo de la chaqueta. Los círculos de sudor reseco bajo el brazo, camisa que mi madre lavaba y planchaba. Yo sólo iba y venía y luego era castigada. Tomaba una pastilla, y tras 15 cigarros máximo, me iba a dormir, cuando el medicamento hacía efecto y perdía prácticamente la consciencia. Entraba por la biblioteca, escalones de cristal negro, o todo estaba a oscuras por la mañana, antes de abrir al público. Olía a café de máquina y mi aliento olía a tabaco. Seguramente apestaba a perfume y sudor. En esa época sudaba constantemente, y estaba demasiado cansada para ducharme. No recuerdo qué comía. Cómo me lavaba, o si me depilaba. Recuerdo mis escritos, las libretas para escribir sin parar.
Recuerdo la biblioteca como un túnel negro con escaleras arriba y abajo, y los guardias de seguridad, y las citas con la doctora, sus mensajes al móvil, los mensajes compulsivos también los recuerdo.
Fui a las taquillas, dejé el abrigo, regalo de mi tía, y sabed que la ropa siempre es prestada o regalada. Es gris y tiene un fondo rojo granate que me gusta mucho, gris como estas salas. El tintineo de los tacones, las voces, el olor de los cuadros, el maquillaje y los trajes de chaqueta, las tarjetas de plástico, cordones, idiomas, cultura. Lenguas como la mía propia, lo que hago con ella, lo que hablo y cómo la uso para besar y chupar, mis dientes perfectos, tan limpios, tanto café y cigarros antes de entrar, entre beso y sorbo de café ardiendo bebido a toda prisa antes de entrar. Y la máquina expendedora, y déjame un respiro si quedo contigo en el baño de la 2º planta, el espacio oculto tras la escultura, la pared falsa negra con una puertecita para pasar al otro lado. Al otro lado donde hay cubículos y un lavabo y un espejo y una ventana abierta donde fuma alguien y donde tenemos nuestros encuentros apasionados, donde nos besamos lamiendo el pintalabios y me quieres meter la mano debajo del pantalón, y me haces daño porque tienes las uñas largas, o en este punto de la relación me odias, y yo no te aguanto, por eso te muerdo los dientes, la mejilla, para que te duela y te vean la marca cuando salgas, que lo sepan todos.
¿Qué tienen que saber?
En esta casa de putas, desde la universidad, cobardes como éramos, jóvenes mimados, odiábamos y envidiábamos y nos frustrábamos y arrastrábamos todos. En las dinámicas de este edificio arrastramos este odio. Niños, aprended de nuestros errores. En esos tiempos, mirad el relumbre de estos números redondos y negros y morados, con olor a arte y cultura, 2008. Buscad en los baños, las mamparas móviles tras esculturas de arte contemporáneo, la instalación del avión con paredes negras acolchadas, en esa oscuridad, donde no llegan las cámaras, allí hacíamos negocios.
Me gusta mucho