Mi hermana ha vendido su alma al diablo de las redes sociales,
le ofrece sus piernas, su silla verde barnizada y dorada,
al anochecer, y de madrugada.
Le alimenta con palabras bonitas, las feas también le ponen,
las feas le excitan, al diablo.
Y ella se engalana con su boa azul en el cuello,
la ahoga en invierno,
la ahoga en verano,
para que escriba la sensación.
Y especialmente las descripciones.
Mi hermana describe todo lo que os pasa.
Mi hermana escoge las palabras, las sueña cuando amanece y cae rendida.
Al alba encuentra las palabras.
Ella cree que fue un sueño,
pero las páginas están escritas.
A las mil palabras
les corta el cuello,
el dedo meñique como un hueso de pollo,
la L, la T y la J.
Mi hermana le juró amor eterno al diablo
de las redes sociales, su portátil plateado,
sus pantalones de negro lagarto.
Mi hermana es un vampiro,
y se cuelga del brazo del diablo, aprende su lengua,
destila vapores de la enciclopedia de poetas que
escriben, pintan y silban.
Le toma el pulso a la guitarra.
He aquí mi cuerpo, dice, toma mi cuerpo, mira mi cuerpo.
Cenizas quedan del espíritu abrasado, que cada día arde
mi hermana a todas horas,
cenizas quedan de la inocencia de mi hermana.
Los ojos se le salen de las órbitas
descompensadas, mi hermana
ha vendido el alma.
Se erotiza con las palabras
para el diablo de las redes sociales.
A cambio mi hermana dice ser ella misma.
Corre y ríe y sube las escaleras
cantando y bailoteando.
Tiende la ropa en invierno y en verano,
su energía juega como un niño, no te lo creerías,
cambia de forma como el viento,
dice que
estos amoríos son eternos.
Mi hermana y el diablo
arden en su refugio.
Hasta el tuétano ama, dicen
“Juntos no le tememos a nada".
Muchos caeremos en la tentación de venderles nuestra alma a ese diablo, no solo tu hermana.
Me encantó tu poema. Una grata sorpresa saber que escribes así.